¡Vamos a ganar, chicos! ¡Hoy hay que ganar! ¡Este partido lo ganamos fácil! son frases, expresiones que se repiten con suma facilidad alrededor de los terrenos de juego donde cada fin de semana los más pequeños llegan con la intención de pasar un buen momento jugando al fútbol. Padres, aficionados, directivos y los más grave, entrenadores que infunden estas plegarias de victoria a niños de tan solo 5, 6 o 7 años.
Partiendo de unas bases de formación y respeto, ganar tiene que ser una consecuencia de todo este trabajo. |
Visto lo visto nos debiéramos replantear muchas cosas. El tema de los padres es ya sumamente complicado, son miles y miles de opiniones las que rodean sus cabezas y su control por nuestra parte es una tarea realmente complicada, ya que al fin y al cabo, sea de una u otra forma acertada o equivocada, buscan lo que creen que puede ser mejor para sus propios hijos. Sea o no lo correcto.
La gravedad del problema es mayor cuando esta idea ronda por la cabeza de gran parte de monitores y entrenadores de estos niños que, no me pregunten por qué, pero basan y sustentan su "trabajo" o "tiempo" en el mero hecho de ganar partidos pese lo que pese, por la vía rápida o sin ir más allá en cuanto a los que se debería ir marcando progresivamente para el desarrollo correcto de la formación de los chicos. Y pienso, ganar es bueno.
Ganar es bueno, no me cabe duda, ganar tiene que llegar a ser objetivo último y no único, ganar tiene que ser consecuencia de un trabajo previo planificado educativo, de mejora, de progresión y de éxito en nuestro enfoque educativo-formativo. Ese premio llegará con el tiempo, pienso que es la consecuencia final de todo ese esfuerzo diario, luego semanal y de toda la temporada finalmente. Es el resultado de ese trabajo que se realiza para la consecución de los objetivos de aprendizaje perseguidos.
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